25 de octubre de 2013

Nada menos que...."guardianes de la cultura"

Durante un fin de semana que viajé a Lima aproveché para curiosear, junto con Pamela, en la emblemática librería El Virrey en Miraflores. Entre vistazo y vistazo me encontré un libro titulado "La oreja en el piso"  y descubrí que estaba escrito por un buen amigo peruano, Javier Calvo, al que respeto muchísimo y que es el fundador de JV Resguardo, una empresa de seguridad y vigilancia que actualmente da trabajo a más de 10.000 colaboradores entre Perú y Ecuador.

Javier es uno de esos nuevos empresarios emprendedores que, junto a un equipo comprometido y apasionado por lo que hace, está siendo parte de un nuevo tejido empresarial en Latinoamérica que se ha establecido para cambiar las cosas.
Javier y, lo que en la empresa denominan "los guardianes de la cultura", han roto no pocos paradigmas para conseguir ser por varios años consecutivos la Mejor Empresa para trabajar en Perú, según la metodología de Great Place to Work. El libro es un excelente relato de cómo se fue construyendo esa empresa desde los primeros tres vigilantes hasta la grandiosa realidad en la que hoy esta constituida. Los temas fundamentales son el equipo, la cercanía, el compromiso, la pasión. En definitiva, liderazgo del mejor.

Daniel Goleman en su libro "Liderazgo. El poder de la inteligencia emocional" nos recuerda algunas habilidades que deben estar presentes en el liderazgo. Esta es una lectura imprescindible para los que no creen y mucho más para los que creen en que las cosas están cambiando. Goleman explica que un buen líder es capaz de combinar hasta 4 de las 6 inteligencias que el describe:
  • Autoritaria
  • Visionaria
  • Afiliativa
  • Democrática
  • Timonel
  • Coaching
Interesante reconocerse en alguna de ellas o en varias de ellas y motivo de reflexión sentirse anclado en una sola de las mismas. Goleman explica que el mundo empresarial hoy exige que, en el mismo día, un líder que quiere ser influyente y resonante debe alternar entre alguna de esas inteligencias con habilidad y una cierta facilidad ¿Tiene usted a mano una de esas inteligencias? ¿Quizás dos de ellas? ¿Siente que podría combinar tres o más de ellas? La cuestión, a mi juicio, es si identifica alguna de ellas y, más aún, si siente que es necesario aplicarlas de forma alterna como sustitución a la expresión:

¡Yo soy así! ¡Que me aguanten como soy!

Es evidente que una frase como esa se pronuncia con mayor soltura y frescura cuando el que lo hace se encuentra más arriba en esa cada vez más caduca pirámide de jerarquías empresariales. El Doctor en Psicología Clínica en la Chicago School of Professional Psychology y Master en Administración Pública en Harvard University, mi amigo Stefan Reich, me animó en una conversación días atrás explicándome que cada vez más empresas en países como Perú, Chile, Argentina, etc, están demandando aprendizaje a nivel de cuadros de alta dirección en el camino a entender el liderazgo adaptativo, según la filosofía de Ronald Heifetz, como parte integrante de la empresa, del futuro, del desarrollo en suma. Otra buena noticia y una gran esperanza en cuanto a entender que los resultados ya no vendrán a cargo de ningún "inventor" que haga magia para ganar. No. Los resultados ya sólo pueden llegar de la integración de todos y cada uno de los colaboradores de la empresa en una cultura de crecimiento profesional y de desarrollo personal.

Pero, como suele ser habitual, termino implicando a aquellos que se sienten más lejanos a esos centros de decisión. Si. A ellos les pregunto:

¿Y tu? ¿Eres un guardián de la cultura?

Raúl Baltar

23 de octubre de 2013

Mister Obama, maybe you have a knot...


Pareciera que el mundo ha estado a punto de colapsar en estos últimos días ¿La razón? Los Estados Unidos, la principal economía del mundo en términos de Producto Interior Bruto y según el Banco Mundial casi el doble de tamaño que la segunda que es China, estaba sumido en un caos de negociación que, de no resolverse, suponía aparentemente la quiebra del país.

¿Quebrar Estados Unidos? Algo así. Tal y como suena. Hablamos de suspender pagos. Limitar el incipiente crecimiento económico después de una de las mayores crisis económicas y financieras conocidas. Hablamos de incumplir compromisos, de cerrar instalaciones públicas y dejar de pagar los salarios a sus empleados. Quizás que algún que otro museo cerrase no supondría mayor contratiempo, pero el asunto es más serio que todo eso.

Para evitar un panorama como el anterior, el Presidente Obama, su equipo de gobierno y el ámbito político, comenzaron complejas negociaciones que casi todos los días terminaban de madrugada con cajas de pizzas a granel circulando en carretillas y seguramente litros de café consumidos. Pero finalmente se consiguió un acuerdo que aplaza la negociación del techo de deuda por unos meses. En otras palabras, queda pendiente la decisión de cuánto más autoriza el Congreso norteamericano al Gobierno como límite de endeudamiento (sobre unas cifras que de por sí ya son hasta difíciles de asimilar). Esta lucha sin cuartel entre Barack Obama y los Republicanos parte de un punto de honor. El programa de salud o "healthcare" por el que el presidente norteamericano ha librado hasta ahora una de sus principales batallas políticas. Consiguió que se aprobara tiempo atrás y lo defiende porque ese programa es básico, según él, para ese país.
Por tanto, por unos meses han temblado los todavía maltrechos cimientos de la economía norteamericana y, por ende, de toda la economía mundial con el fin de preservar ese programa de salud de características gigantescas, que va a mover miles de millones de dólares y va a afectar a cientos de millones de personas ¿Se da cuenta de la magnitud, no? ¿Se asombra con la dimensión gigantesca de todo esto, verdad? Así pues, el Presidente Obama debía estar feliz esa madrugada cuando se conseguía el acuerdo ganando tiempo hasta febrero. Seguro que él, ser humano como todos, se retiraba a su área privada pensando algo así como:
- Fue duro. Si. Pero al menos he garantizado que mi programa de salud quede indemne.
Impresionante. Titánico. Fuerzas poderosas al más alto nivel luchando por asuntos de tamaños gigantescos. Lo malo debió ser cuando Obama se levantó a la mañana siguiente, en Washington, para que algún funcionario cercano se le acercara y le dijera:
-       Buenos días Señor Presidente. Bueno, este…..
-       Si. Dígame
-       Es que......el programa de salud, causante de tanta zozobra, no avanza porque…
¡NO FUNCIONA LA PAGINA WEB!

En fin. Dejando atrás esa escena figurada, cuando leía esa noticia me apresuraba a buscar la cuenta de Twitter del Presidente Obama para encontrar lo siguiente:


3h"No one is madder than me about the fact that the website isn't working as well as it should ... It's going to get fixed." —President Obama
Incluso, más tarde, encontraba en Bloomberg unas declaraciones del mismo Obama en las que manifestaba su frustración:

"La reforma sanitaria es mucho más que una web. La esencia funciona bien y en algunos casos excede las expectativas porque los precios de los seguros son más bajos y la competencia es mucho mayor", afirmó el presidente en los jardines de la Casa Blanca. "Es la web lo que va mal. Es demasiado lenta y la gente se queda colgada mientras rellena la solicitud. Nadie se siente más frustrado que yo"


Para mi se trata de un excelente ejemplo ¿Qué será lo que pasó? O, más sugerente aún, ¿QUIÉN será el responsable de convertir en algo tan mundano lo que venía de ser una hazaña política? Quizás este sea un ejemplo idóneo de lo que yo denomino los nudos en una organización. De poco sirven las grandes decisiones estratégicas y las reuniones de alto nivel si todos los colaboradores de la empresa no están integrados en esas decisiones, no las entienden o, peor aún, no las comparten. Y es muy difícil que  muchos puedan entender algo si no se comunica de la manera adecuada y con la consistencia necesaria.

En no pocas ocasiones en una organización se toman decisiones que, de forma consciente, suponen la asunción de algunos riesgos. Las empresas no evolucionan si no toman decisiones y si no dan pasos adelante. La conquista de un mercado y la pugna con otros proveedores similares supone que deben existir dosis notables de trabajo, de compromiso, de pasión por lo que se hace. La ambición, por supuesto, debe estar impregnada en muchas de las decisiones que implican en determinados momentos algún riesgo. Y si ese tipo de decisiones no son compartidas y trabajadas con el equipo, seguro que algo no funcionará. Imagínese lo que nos puede esperar si le ha pasado a Barack Obama……

Si no se genera la comunicación adecuada y no se desarrolla un liderazgo adaptativo y compartido, es complicado que alguien que está tres o cuatro escalones más abajo en la organización se ponga en la mente de quienes decidieron y ejecute su función con la eficiencia requerida. Es cierto que la función de algunas personas en la organización puede parecer de importancia menor. Puede ser despreciada. Y ello es un gran error. Si la función existe en la empresa es porque forma parte de un todo y, por tanto, es fundamental. Está comprobado de forma reiterada que existen posiciones clave, de aparente poca responsabilidad, pero que pueden trabar asuntos muy complejos por:

  • Falta de información
  • Falta de conocimiento
  • Falta de motivación


Esas posiciones pueden convertirse en los nudos de la empresa. Parecen pequeños y casi insignificantes. Pero son extremadamente molestos si no logramos convertirlos en parte de una armonía general, en parte de una cultura. Hace hoy tres semanas me golpeé el pie derecho contra una puerta. Caminaba descalzo y como resultado de ese golpe me rompí el dedo pequeño del pie. Jamás había notado la importancia de ese dedo hasta que me lo he roto. Llevo tres semanas sin entrenar y me quedan dos más. Me duele el dedo cuando camino y no dejo de sentir que ese dedo, pequeño e insignificante está ahí y tiene una función, por lo visto, muy importante. Tanto como las demás partes de nuestro cuerpo.

Cuidemos entonces nuestros dedos. Tenemos muchos en las organizaciones, son muy necesarios y, además, ¡los necesitamos en plena forma!


Raúl Baltar