22 de diciembre de 2011

¿Brautigan? No, apueste por Kaplan y busque "Le mot juste"


¿Ha tenido éxito en su empresa este año? Si es así, disfrútelo. Se lo merece. Ante todo porque pareciera que, desde el punto de vista empresarial, la crisis económica que el mundo vive desde el año 2008 no permite grandes exclamaciones de alegría en la finalización del ejercicio económico que está llegando a su término cuando escribo este post. Las métricas que valoran el agotamiento de las organizaciones empresariales y de sus trabajadores en estos años son reveladoras, no sólo en lo cuantitativo, sino ante todo en lo emocional, en lo humano. Sin embargo, si nos refugiáramos por un momento en el mundo imaginado por Herbert G. Wells en su The Time Machine y pudiéramos viajar cinco años atrás en el tiempo a esas mismas organizaciones, es altamente probable que encontráramos grandes festejos y algún discurso navideño encendido y aliñado de expresiones tales como:

¡¡¡ Felicitaciones !!! ¡¡¡ Hemos triunfado !!!
¡¡¡ Un año excelente !!!

Sin embargo, en esta época turbulenta que vivimos, son también necesarias las exclamaciones que celebren no sólo la capacidad de seguir adelante, sino también la habilidad para encontrar oportunidades maravillosas que permitan reforzar la sostenibilidad de la empresa. Aún así, no es en lo anterior en lo que quiero centrarme en este post. Mi reflexión deriva hacia el fondo de las celebraciones de cinco años atrás ¿Se moría de éxito en esos momentos? ¿Realmente se estaba triunfando? O, sencillamente, ¿Era aquel un triunfo verdadero pero, al mismo tiempo, el peor de los enemigos de la empresa?
Hay que aceptar que podemos encontrar experiencias de éxito empresarial tanto en épocas económicas estables, como en épocas de expansión económica, como en épocas de depresión. De la misma manera, también hay que aceptar que, en todos estos casos, el mejor esfuerzo llevado a cabo puede esfumarse si no existe una arquitectura empresarial sólida, consistente y sustentable en el tiempo sobre la base del trabajo apasionado y de la eficiencia. Para seguir argumentando mi exposición, solicito ahora su atención a las siguientes frases:
  • Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo.
  • Nos encontrábamos en la sala de estudio, cuando entró el director seguido de un novato con atuendo provinciano y de un bedel que traía un gran pupitre.
  • Hoy ha muerto mamá. O quizás ayer. No lo sé.
  • Desde detrás de la hilera de arbustos que rodeaba el manantial, Popeye contempló al hombre que bebía.
  • En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
  • Entre otros edificios públicos de la ciudad de Mudfog, destaca una de esas construcciones típicas de la mayoría de las ciudades, sean grandes o pequeñas: un hospicio;
  • Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha.
¿Reconoce algo familiar en las frases anteriores? Seguro que sí. Simplemente se trata de un ejercicio con el que pretendo ilustrar una reflexión acerca del éxito que da lugar a la celebración, recurriendo una vez más en mi blog a la literatura como apasionante y entretenida herramienta de trabajo. He buscado siete frases correspondientes a otras siete, en mi humilde opinión, obras maestras de la literatura universal. En el mismo orden de más arriba, acompaño ahora título y autor:

  • El proceso - Franz Kafka
  • Madame Bovary - Gustave Flaubert
  • El extranjero - Albert Camus
  • Santuario - Wiliam Faulkner
  • Don Quijote de la Mancha - Miguel de Cervantes
  • Oliver Twist - Charles Dickens
  • Doña Bárbara - Rómulo Gallegos
Comencemos por reconocer que no hay manera de que la primera frase de un libro advierta al lector de que se va a enfrentar a una obra maestra de la literatura. Ese reconocimiento sólo irá tomando dimensión a través de las páginas. Y lo hará en base a la habilidad del escritor para conectar ese universo de elementos esenciales de un relato que suponen la elección del narrador, del espacio en el que transcurre la acción, del juego con el elemento temporal y de decidir si apuesta por la realidad, por la ficción o por una mezcla de ambas. Detrás de ello hay mucho trabajo, disciplina y esfuerzo que no hizo más que comenzar a manifestarse con aquella primera frase (seguramente cien veces retocada). El éxito sólo se celebrará hacia el final, cuando el lector experimente esa familiar sensación de no querer que termine el relato. Lo mismo sucede en la actividad empresarial: el éxito llegará al final, cuando se logren las metas establecidas y trabajadas según un modelo y una planificación seguida paso a paso. La gestación de un éxito, entonces, se inicia desde la primera palabra de un relato y también comienza a madurar desde la primera decisión de un proyecto empresarial, tras invertir muchas horas de ilusión y esfuerzo.

Pero.....¿Es el éxito previo una garantía de que los resultados obtenidos volverán a repetirse nuevamente? Cualquier Fondo de Inversión debe reflejar en sus prospectos informativos que "rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras". Parece una obviedad, pero es bueno recordarlo. Las cosas hay que ganárselas y pocas de ellas, en esta vida, son seguras. En Bartleby y Compañía, el escritor español Enrique Vila-Matas explica el fenómeno de algunos autores que, después de escribir sus primeras obras (en muchas ocasiones geniales) nunca más se manifestaron o decidieron mantener un silencio literario de décadas. Ciertamente son más casos de lo que uno se imagina (Rimbaud y Rulfo son dos ilustres ejemplos) y hacen reflexionar acerca de que el éxito, en esos casos, no surgió como consecuencia de un afán por hacer de la creación literaria una forma de vida, por hacer de la profesión de escritor un compromiso de largo aliento y entregada dedicación. En la vida empresarial puede ocurrir algo parecido, de manera que el éxito no debe estar vinculado a alicientes personales (individuales) que pudieran variar de intensidad repentinamente, afectando negativamente en algunos casos al resto de integrantes de la empresa y a la misma empresa en sí, convirtiendo su éxito en algo pasajero, irrepetible y, lo peor, quizás insostenible.

En contraposición al abandono, la desmoralización o la desaparición que simbolizan los Barteblys, es preciso buscar ejemplos de éxito que nos inspiren en el ámbito organizacional. Los que tienen la paciencia de leer este blog saben que a mi me encanta la literatura como fuente inagotable de ejemplos, pero el deporte y la empresa también ofrecen un torrente de buenos ejemplos de inspiración, superación y éxito. Los más pequeños de la casa buscan ser como sus ídolos Messi, Ronaldo, Vettel, Federer o Galarraga y desarrollan una fiel veneración que modifica a menudo su propia conducta en función a lo observado en esas estrellas deportivas. Con unos cuantos mayores (me incluyo) ocurre algo similar y, a la lista anterior, añadimos nuestras simpatías y admiración por los logros mostrados por Buffett, Gates, Jobs, Welch u Ortega (el de Zara, claro).

Al igual que en el caso de los grandes escritores, los ídolos venerados por chicos y grandes comenzaron su trayectoria disponiendo de un gran talento combinado con una inquebrantable cultura de trabajo, esfuerzo y pasión. La motivación para canalizar ese esfuerzo es, en buena medida, el espíritu de competitividad que hace que nadie quiera ser el segundo o el tercero en el podio. En ese sentido, un caso curioso es la biblioteca de Richard Brautigan en Vermont - Usa. Se trata de una biblioteca donde quizás ningún escritor aspira a estar representado con su novela dado que la particularidad  de la misma es  aceptar todos aquellos libros que seguramente ninguna editorial quiso publicar. No muchos aceptan estar abajo en el podio y definitivamente se cultiva la afinidad hacia el éxito. El verdadero inconveniente es que no se cultiva lo suficiente la enseñanza del camino de constancia, sacrificio y perseverancia que lleva hacia el éxito. El éxito es, además, organizado. El esfuerzo y constancia en medio del caos tampoco sirven de gran cosa.

Un equipo organizacional que busque triunfar a través del desarrollo de sus mejores capacidades, requiere también de sus primeras letras y frases, de los primeros esfuerzos que los deportistas y empresarios nombrados hicieron cuando comenzaban. Cuenta Vargas Llosa que el maestro Gustave Flaubert hablaba del "mot juste", la palabra justa, que era aquella que reflejaba con exactitud lo que el escritor pretendía comunicar. Flaubert buscaba incansablemente esa palabra por días e incluso semanas ¿Exageración? ¿Excentricidad? Quizás, pero sin duda en ese caso encontramos grandes dosis de genialidad combinadas con el esfuerzo por hacer las cosas extremadamente bien. Mi recomendación es que el esfuerzo, los pasos con los que debe avanzar una empresa, el mot juste, debe articularse sobre un planeamiento estratégico que, en mi opinión, marcará la diferencia entre el triunfo coyuntural o ligado a intuiciones personales de algunos líderes y, ciertamente, el triunfo de un equipo basado en el análisis permanente y organizado de lo interno y lo externo. Así, esas primeras frases de un libro, esos primeros raquetazos de una promesa del tenis o esas primeras decisiones de una empresa, se deben repetir, mejorar y entrenar de forma permanente bajo la disciplina de una metodología contrastada. Esa, es la única manera de escribir  un excelente libro, convertirse en un campeón del tenis o "construir" una empresa de éxito sostenible en el tiempo.

El privilegio de haber escuchado a Robert kaplan  en su visita de este año a Venezuela, me sirve para reivindicar la necesidad de la revisión periódica de las oportunidades, de las debilidades, de las fortalezas y de las amenazas que envuelven a una empresa. Esa es, sin duda alguna, la mejor actitud en el camino de obtener garantías que nos permitan no morir de éxito. Es el modelo que nos permite entender que todos los días hay que entrenar,  hay que escribir y hay que gestionar como si fuéramos muchachos ávidos por aprender. Si tiene un excelente año, grite con ganas ¡¡Hemos triunfado !! Disfrútelo. Pero un triunfo debe ser el mejor de los estímulos para refugiarse en la humildad, en la reflexión y en la búsqueda de cómo seguir creando valor en compañía de un equipo y sobre la base de un Plan Estratégico.

¡Feliz Navidad!

Raúl Baltar

7 comentarios:

  1. El exito empresarial, es el reflejo del buen funcionamiento de la empresa y de la aplicacion de un plan estrategico que tenga como norte. El crecimiento de la organizacion y de los individuos que hacen vida dentro de ella. Marcando los retos y visualizando las metas a donde queremos llegar. Feliz navidad Raul Baltar.

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  2. Excelente reflexión, en estos tiempos donde el error de embriagarse por los resultados obtenidos es muy perjudicial, la constancia es la única que permite que el Éxito sea estable y prolongado.

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  3. que manera de pensar,hay muchas maneras de disfrutar una victoria.

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  4. No por que una empresa deje de alcanzar los mejores dividendos este año deja de tener Exito... ya que "El éxito en la vida de un hombre está en prepararse para aprovechar la ocasión cuando se le presente." Y día a dia con risas, expriencias, lagrimas, etc etc... Nos estamos preparando...

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  5. Humildad como principio de vida personal o empresarial, es parte de lo que a mí juicio son ingredientes fundamentales del éxito: aunada a un buen trazo hacia el norte, apoyo y muchas ganas de esa gente que apoya, de ese equipo que suma al éxito común.
    No debemos olvidar de dónde venimos…puede ser muy costoso!
    Feliz Navidad y un mejor 2012
    Carlos Figueroa

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  6. esta crisis hace sufrir a cualquiera pero adelante todo el mundo luchando

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